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Yo tengo 35 años, soy Ingeniera Comercial de profesión, con una especialidad en Finanzas.  Trabajo desde hace 6 años en una calificadora de riesgos que se llama BankWatch Ratings S.A., hago análisis financiero de bancos y empresas, y mi cargo es de analista financiera.

 

¿Qué es lo que más te gusta de tu trabajo?

 

Me gusta el análisis en general, soy buena con los números, no te mienten, son medibles y sujetos a interpretación.  Pero lo que más me gusta es el ambiente de trabajo, es una empresa pequeña, somos apenas 12 personas, y todos nos conocemos bien, conocemos nuestras familias, nuestros problemas personales.  Cada quien es responsable de su trabajo y responde por objetivos, que son los informes de riesgo, por eso no hay un esquema cerrado de horarios, sino que está sujeto a la presentación de resultados.  Además, hay consideración por la parte humana, el ambiente es muy sano y familiar.  También me gusta la relación con los clientes, conocer diferentes instituciones y diferentes realidades.

 

¿Tienes algún hobby o afición?

 

Me gusta correr, entreno casi todos los días con una entrenadora y un grupo de alrededor de 15 personas.  Llevo corriendo 7 años, y he participado en varias carreras, más por hobby y porque me gusta mucho la actividad que por la competición.  Disfruto más de las carreras de montaña que las de ciudad, aunque cada una es una experiencia diferente.  

 

Disfruto de la música de todo tipo, y me gusta bailar, hace un año estoy en clases de salsa, el baile es de las actividades más relajantes porque tienes que usar todos los sentidos y conectarte con el cuerpo.

 

Lorena Oliva:

"lo cierto es que recibes mucho"

¿Cuánto tiempo has sido voluntaria de la fundación Cecilia Rivadeneira?

 

Empecé hace un año, en febrero del 2014 fui a una jornada de inducción y desde ahí he participado activamente en varios programas.

 

¿Has realizado algunas otras actividades de voluntariado? ¿a qué edad empezaste tus labores cómo voluntaria?

 

Yo estudié en un colegio católico así que desde niña nos inculcaron hacer actividades relacionadas con la obra social.  He hecho diferentes cosas, en esa época muy ligadas a la iglesia, como colectas, catequesis, visitas a hospitales o asilos de ancianos.

 

¿Por qué eres voluntaria? ¿Qué te motivo a realizar estos servicios de entrega a los demás?

 

La verdad comencé a partir de una necesidad personal, estaba pasando por una situación afectiva difícil y mis proyectos no se estaban cumpliendo como esperaba, así que escuché una entrevista del director de la Fundación y la idea de participar de voluntaria me llamaba la atención para poder ocupar el tiempo y alejarme un poco de mis problemas. Creo que en muchos casos sucede eso, uno se involucra a partir de una necesidad emocional, porque te identificas con el resto de personas y sus necesidades, y el voluntariado es una forma de trabajar los propios vacíos y compartir vivencias con otros que te llenan emocionalmente.  Pareciera que vas a entregar mucho de inicio, lo cierto es que recibes mucho.

 

¿Por qué la fundación Cecilia Rivadeneira? ¿Qué es lo que más valoras de la fundación?

 

Aunque dicen que no existe la casualidad, fue algo casual.  Yo escuché una entrevista en la radio y estaba relacionado al programa “Lo que de verdad importa” que son conferencias dadas por personas que han tenido experiencias fuertes de vida, que no solo supieron sobrepasar la situación, sino que fueron capaces de usarlas para su crecimiento y ejemplo para otros.  En este encuentro participó Wilson Merino, el director de la Fundación, y en su entrevista me transmitió un espíritu optimista frente al cáncer.

 

En mi familia ha habido varios casos de cáncer, y el más cercano fue el de mi mamá, quien tuvo hace 20 años un tumor en el cerebro, que gracias a Dios fue retirado y no avanzó.  Sin embargo, la enfermedad y el tratamiento deja secuelas muy fuertes en una familia, y yo viví con eso casi toda mi vida.  Al escuchar que la Fundación tenía esta visión optimista sobre el cáncer, que era una enfermedad vencible para los niños, y al saber que hacían un esfuerzo por sostener la parte emocional de los niños a través de los programas, me identifiqué completamente.

 

Admiro mucho a las personas que dirigen y trabajan en la Fundación, es gente joven con grandes ideales, son pocos que trabajan como personal administrativo, pero son miles contando a todos los voluntarios. Ellos se multiplican para cumplir con los objetivos que se proponen, los que suelen ser muy grandes, y así lo logran.  Y aunque, como en cualquier otra organización, existen problemas y se pueden cometer errores, en general se siente una conexión entre las personas que trabajan, los voluntarios, las familias involucradas, los niños, que yo no he encontrado en otro lugar.

 

¿Qué actividades realizas como voluntaria en esta fundación? ¿Recibes alguna capacitación o seguimiento de parte de la fundación? ¿De qué manera tú carrea profesional te ha ayudado a desempeñarte como voluntaria?

 

En este año yo he participado en casi todos los programas, he visto cumplir sueños de niños y es una experiencia de vida que difícilmente puedo describir, porque es de las cosas más enriquecedoras.  En la vida nos hacemos lío por una serie de problemas superficiales, y cuando conoces  realidades mucho más difíciles que la tuya, de niños y mamás que luchan con una entereza enorme por la vida y la salud de los niños, cambias la perspectiva de tu propia vida. 

 

También apoyé al programa de formación, haciendo un acompañamiento a las mamás en los cursos que se impartieron, y de esa forma se va estableciendo un vínculo con las familias para que participen de los programas.

 

Una voluntaria debe tener una gran cantidad de virtudes y valores. ¿cuáles consideras tú que son los más importantes? ¿a quién, o quiénes, debes estos valores y virtudes?

 

Yo no creo que un voluntario es alguien que deba tener algo diferente o  especial, tampoco lo veo como un mérito.  El voluntariado, desde mi forma de ver, es la oportunidad de vivir experiencias en la que uno mismo es el beneficiario. Para esto lo único de especial que hay que tener es la suficiente atención, Sensibilidad, quizá humildad, para dejarte llevar por la experiencia, para aprender de otros que viven circunstancias de vida diferentes a las tuyas, y que uno por una serie de factores no ha tenido que vivir, pero que al acercarte a ellos, las enseñanzas que te dejan son verdaderos y profundos aprendizajes para el crecimiento personal y para ser mejores seres humanos.

 

¿Qué, o quién, te ha inspirado a ser voluntaria?

 

No lo sé, creo que es una especie de sentimiento que lo he llevado dentro desde hace mucho tiempo.  Yo sintonizo con las personas, especialmente con los niños, con las personas humildes de corazón, con la gente que trabaja y es optimista.  Creo mucho en la solidaridad para crear mejores ambientes humanos.  Supongo que mucho lo aprendí en mi casa, especialmente de mi mamá, ella es una persona muy sensible a las necesidades de los otros.

 

Como voluntaria debes trabajar con mucha gente, ¿cuál es la enseñanza más importante que has recibido de compañeros voluntarios o de la fundación? ¿Cuál es la enseñanza más valiosa que has aprendido de los niños y niñas con los que has trabajado?

 

Han sido muchas enseñanzas en un año.  Yo creo que dentro de la Fundación, la enseñanza que más me ha llegado ha sido el optimismo, perseguir los objetivos que te propones, golpear puertas porque siempre se puede apelar la solidaridad y sensibilidad humana, aunque a veces también te pueden cerrar las puertas.

De los niños tengo también varios aprendizajes, que me han calado profundo al corazón.  Una experiencia que te puedo contar es la que viví con David, desgraciadamente él falleció hace un mes, pero yo tengo grabada su imagen.  Era un fanático del fútbol, su papá le acompañaba al estadio, sabía de los jugadores, era hincha de la Liga. Su familia asistió a los programas de la Fundación, al de formación de padres, su hermana estuvo en la obra de teatro que se presentó en octubre.  La FCR consiguió 4 cupos para que niños se vayan al mundial a uno de los partidos del Ecuador, y David se fue al que ganamos.  Fue una experiencia que hasta ahora se acuerda su papá.

 

Pero luego de eso él tuvo una recaída con el cáncer, tenía 12 años, y estuvo luchando contra la leucemia los últimos cuatro.  Al final le dijeron que se había expandido al cerebro y que hizo metástasis.  Le daban 6 meses de vida en agosto, cuando él pensaba que ya había terminado el tratamiento.  Fue un golpe durísimo para su familia, el testimonio de ellos te enseña lo que la enfermedad puede hacer.  Pero aun así se mantuvieron fuertes sus papás y hermanos para darle la mejor calidad de vida.

 

Yo les acompañé en el proceso lo que pude, un día su hermana me dijo que David quería ir al estadio a ver a la Liga, nos pusimos manos a la obra para conseguir que entrara al estadio y conociera a los jugadores.  Estábamos buscando el partido más adecuado y en esa semana él perdió la vista.  Yo pensé que ya no quería ir, pero la respuesta era que sí quería.  Lo llevamos al estadio, sin que pudiera ver, con un radio para que escuche el partido, y fue una experiencia que hasta ahora me conmueve en lo más profundo.  Ahí entendí lo que significaba la labor de la Fundación.  Hubo un momento que él se paró y levantó sus brazos como triunfo para que le tomaran una foto.

 

Luego conoció a todos los jugadores, les pidió autógrafos, le regalaron la camiseta, fue un día feliz.  Cuando regresábamos a la casa estaban felices él y sus hermanas.  Quiso ir una segunda vez pero se nos acabó el tiempo.  En el velorio su papá se acordaba lo feliz que fue por irse al mundial y por irse al estadio.   Aprendes de la vida y aprendes de la muerte también.

 

De seguro has escuchado montones de historias humanas, ¿cuál de esta es la que más te ha conmovido? ¿Qué enseñanza puedes sacar de esta historia?

 

Lo más difícil es enfrentar la muerte de un niño, es un golpe inexplicable para la familia, y tienes que tener mucha sabiduría para poder hacer un buen acompañamiento y  la vez respetar el espacio de la familia.  Sale tu parte más humana, pero realmente es difícil saber qué decir.  La satisfacción es que te llamen y a pesar del dolor te agradezcan por lo que les apoyaron y por las experiencias que vivieron los niños que fueron felices.

 

Yo creo que la enseñanza más importante, entre tantas, es que los niños con su inocencia, no reflejan sufrimiento, de hecho aunque tienen dolor no ves sufrimiento, viven el día a día con intensidad, disfrutan de la vida de una forma que nosotros siendo sanos, con recursos, con familia, con amor, no lo hacemos.  Esa es la paradoja.

 

Teniendo presente todo lo que hemos conversado: ¿qué es ser voluntaria?

 

Para mí ha sido una constante exposición emocional a realidades diferentes a la mía, que te regalan profundos aprendizajes, experiencias que te permiten poner en perspectiva tu propia vida.  Además, es un proceso de dos vías, porque tú también aportas desde lo que eres, desde lo que has aprendido, y desde las oportunidades de desarrollo que has tenido y los otros no.

 

Muchos voluntarios empiezan desde la juventud a ayudar, ¿qué palabras de aliento y recomendación darías a las futuras generaciones para que dediquen su tiempo a los demás?

 

Voy a repetir un poco lo que ya dije, pero creo que el que decide ser voluntario no puede ir desde una posición soberbia pensando que está por encima de los otros y va a enseñar o dar.  El voluntario recibe, solo puedes ir desde la humildad para que pueda ser la experiencia humana de solidaridad que debe ser.

Aprendes de la vida y aprendes de la muerte también.

Si te concedieran cualquier deseo: ¿qué desearías?

 

Una familia es mi deseo más profundo.

 

Para que ese deseo que quieres sea concedido debes perder todos tus recuerdos menos uno. ¿Cuál recuerdo escogerías mantenerlo en tu memoria cuando las demás desaparezcan?

 

Las caricias de mi mamá.

 

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